Título: Cómo se construyó la entrañable relación de Juan Alberto Mateyko con Luis Miguel
Autor: Germán Arrascaeta
Suplemento: Vos
Fuente: La vos del interior
Lugar y fecha: Còrdoba, Argentina, 21 febrero 2019
Link: https://vos.lavoz.com.ar/musica/como-se-construyo-la-entranable-relacion-de-juan-alberto-mateyko-con-luis-miguel
Cómo se construyó la entrañable relación de Juan Alberto Mateyko con Luis Miguel
El conductor revisa al detalle su vínculo con el cantante mejicano, que el martes vuelve a Córdoba en el marco de una gira de renacimiento artístico. Una historia plena de gestos cómplices y de entrevistas alrededor del mundo.
GERMÁN ARRASCAETA
Jueves 21 de febrero de 2019 - 13:56 | Actualizado: 21/02/2019 - 15:22
Juan Alberto Mateyko, hoy figura de Radio Mitre Córdoba, entrevistó por primera vez a Luis Miguel en 1983, cuando el divo romántico era una estrella teen con una trayectoria respetable que ya daba cuenta de un tercer disco (Decídete, publicado por EMI).
“La hice en ATC, tal como se conocía al viejo Canal 7 (hoy TV Pública). Yo había ocupado el lugar de Larrea en El show de la vida… Me encantaba el programa y acepté el desafío de conducirlo cuando Héctor decidió correrse. Pasaron muchos por ese programa. Entre ellos, Luis Miguel. Él no podía caminar por Mar del Plata, porque despertaba histeria, desesperación y locura. Por entonces, se presentaba en el (hotel) Hermitage, en el mismo salón en el que lo hacían Sandro, Sergio Denis, Estela Raval… Era una locura”, recuerda Mateyko sobre su primera aproximación al mundo del cantante mejicano.
O a una geografía en la que se confundieron éxito con dolor, funk blanco con boleros, sonrisas escénicas con misterio.
En aquel 1983, Luis Miguel aún estaba controlado por su padre Luisito Rey, un déspota celoso que construía muros para que su pequeño diamante no se rozara con la rugosidad de la vida real.
Aun así, no pudo evitar que "Luismi" se hiciera amigo del mendocino “Polo” Martínez, quien recibió de primera mano las sórdidas historias que el tutor protagonizaba. Drogas, alcohol, mujeres… Todo lo que se pudo ver en la bioserie de Netflix.
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Con ese cerco, Mateyko no pudo, ni quiso, establecer una relación especial con el cantante puertorriqueño nacionalizado mejicano. Pero el tiempo y las circunstancias lo convirtieron en un amigo entrañable.
“No lo conocí a Luis Rey, sinceramente. Y si le estreché la mano o algo así, no lo recuerdo. Cuando Luis Miguel iba a Mar del Plata, lo conducían otras personas. De hecho, a esa primera entrevista lo llevaron los jefes de la disquera. Mi relación con él nace con Hugo López, el mánager que, en 1987, lo recibe en su oficia cuando estaba a punto de ser mayor de edad y le dice que el padre le está haciendo mucho daño. Cuando se le mezcló lo de la estafa de su padre y la desaparición de su madre”, añade.
Mateyko cuenta que López fue productor de un programa suyo de la década del ’70, que se emitía por Radio del Plata: “Luego se fue a probar suerte a México, donde aun tomando distancia del ‘Tigre’ Azcárraga, el dueño de Televisa, llega a pertenecer a su staff como asesor. Ya en el mundo de Luis Miguel, puso todo sobre rieles con seriedad; con pautas, con marketing. Luis Miguel le consultaba todo. Lo vi llorar a Luis Miguel por la salud de Hugo López”.
Mateyko retoma contacto en 1989, cuando viajó a México para hacer un par de entrevistas. La de Luis Miguel era prioritaria, ya que el astro se encontraba en momento crucial, de cambio de discográfica (de EMI a Warner) y de consolidación de su emancipación como joven artista. “Hugo López tuvo mucho que ver, pero si Luis Miguel no daba su última palabra… En fin, tengo la impresión de que todo se consolida con 20 años (1990, Waner). Es un disco de transición que reúne a Hugo López y a Julio Sáenz, integrante de Los de Siempre convertido en presidente de Warner. Curiosamente, años después, Gustavo Yankilevich lo trae a Sáenz para que se desempeñe como director musical en Telefe”.
–¿Cómo te reencontraste con Luis Miguel?
–Siempre a partir de entrevistas, de comidas, de buenos momentos juntos. Así se fue construyendo una relación de confianza. En el '94, viajé con él a Tucumán y después de que cantó en un estadio, nos fuimos a comer un asado a lo de Palito (Ortega), que era gobernador. En el ’95, fui a Mónaco con Dady Brieva. En el '96, como había firmado con Telefé un contrato de exclusividad de cara a dos River, me fui a su casa en Acapulco. Conocí su casa y recuerdo que él estaba en un momento muy difícil. Después, lo presenté en la conferencia de prensa. En el ‘98 estuve con él en Madrid, en la antesala de un show en el Palacio de los Deportes. Volví a España cuando presentó Amarte es un placer, que le dedicó a su entonces pareja, Mariah Carey. Me une una historia de mucho afecto con Luis Miguel, definitivamente.
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–Pero…
–(Interrumpe) Estuve en su primera presentación en Las Vegas, también en otra en el Auditorio Nacional de Ciudad de México. Una nota en cada lugar del mundo. A todo lo que te enumeré, súmale Miami y Mónaco por una vez más. Porque antes del viaje con Dady, en 1990 fui a esa ciudad con Andrea del Boca y su madre. Lo que me quedó de aquella visita fue cómo se le pegó Brigitte Nielsen, que recién se había separado de Sylvester Stallone.
–¿Y cómo describirías este momento de Luis Miguel?
–Para mí, es similar al de la aparición del primer Romance. Por el fenómeno que despertó. También atestigüé ese momento con Hugo López, con Julio Sáenz. Lo entrevisté en Miami y recuerdo que fue una sorpresa para él la repercusión del disco. Él estaba muy (pero muy) feliz. Ahora se me viene a la mente Cacho Fontana, quien cuando escuchó Romance me dijo “es un pibe de 20 años que canta estas legendarias canciones como si los hubiera vivido”. Cacho intuía que más allá de cuestiones técnicas, Luis Miguel había vivido lo suficiente como para cantar lo que cantaba. Después pasó por diferentes situaciones y, hace poco, nos llegaron noticias de abandono, de suspensión de shows… Me sorprendió porque nunca él había llegado a eso. Pero la serie y la cantidad de shows en la que tomó confianza construyeron una expectativa total.
–¿Vas a ir al show del martes?
–Tengo programa ese día. Mandaré una persona. Son escasas las horas que él estará por acá. Caso contrario, intentaría verlo. Pero cuando él está en plena gira, es muy difícil. Lo he acompañado en esa situación, así que sé muy bien que cuida la voz y que prefiere quedarse en el hotel descansando, aislado de todo. Tengo entendido que eso se acentuó en el último tiempo. Es curioso, porque, en los primeros tiempos, Luis Miguel era feliz siendo famoso. Ahora no, no le queda otra que esconderse. Sale sólo en Miami, donde no lo persiguen. Acá despierta una locura colectiva tremenda, que hace imposible que asome la nariz. Viene a un país que lo ama… Por lo tanto, espero que sea una noche memorable.
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