2018jul30 | ¿Qué tienen en común Don Quijote y Luis Miguel? | Infobae (Argentina)



Título: ¿Qué tienen en común Don Quijote y Luis Miguel?
AutorFernanda Longo
Fuente: Infobae
Lugar y fechaBuenos Aires, 30 julio 2018
Linkhttps://www.infobae.com/cultura/2018/07/30/que-tienen-en-comun-don-quijote-y-luis-miguel/





CULTURA
¿Qué tienen en común Don Quijote y Luis Miguel?
La lectura colectiva en Twitter de la obra de Cervantes y la exitosa serie de Netflix sobre el cantante mexicano recuperaron una modalidad de consumo que está cayendo en desuso: la simultaneidad
Por Fernanda Longo
30 de julio de 2018

Quijote y Luis Miguel, excusas para compartir a la distancia


No es la lengua. Que aunque es la misma, y aunque digan que las audiencias prefieren ficciones en su idioma, la serie de Luis Miguel solo pude verla con subtítulos, y aunque arranqué Don Quijote obediente a la indicación de @maurette79 de leerlo en su versión original, enseguida cedí a la impecable adaptación al castellano actual de Trapiello, más amigable e inclusiva.



Lo que tienen en común #Cervantes2018 y #LuisMiguelLaSerie es eso que los estudios culturales descubrieron en los 80 y atribuyeron a los medios masivos, sobre todo a los contenidos de televisión: la capacidad de convocar a un montón de gente alrededor de algo al mismo tiempo. Algo que organizaba la experiencia colectiva, generaba conversación, identificaciones, cemento social.

Luis Miguel La Serie

Claro que eso era la televisión de los 80, antes del cable, antes de Netflix. Cuando los estrenos (uno, dos, tres como mucho por semana) se anunciaban y se esperaban con ansiedad, y se comentaban al día siguiente en la oficina o en el colegio, como los partidos de fútbol, como (¿quizás, aún?) las galas de Tinelli.

Eso pasó hace mucho, mucho tiempo, cuando todos veíamos más o menos los mismos programas y hablábamos más o menos de las mismas cosas, segmentados en todo caso por los grandes conglomerados de edad, género, clase social. Los estudiosos de la cultura de masas usaron la metáfora del fogón: la historia compartida alrededor del fuego ardiendo. Pero se concentraron en la historia, se olvidaron del fuego: todos juntos, en el mismo momento, el mismo día, a la misma hora, haciendo lo mismo.

Hoy historias, ficciones, sobran. Hay tantas y tan buenas (y tan malas) que es imposible seguirlas a todas, y más imposible aún es coincidir. La simultaneidad ya casi no existe. A menos que uno se lo proponga y deliberadamente invite gente a su casa, es improbable seguir una serie al mismo ritmo no ya de los amigos o compañeros de trabajo o estudio, sino de la pareja o los hijos, los que comparten la misma casa (no ya la tele, porque cada uno puede ver lo suyo cuando quiera en su laptop o en su tablet).

Esa es la magia, la chispa que encendieron para mí en los últimos meses la lectura colectiva de Don Quijote, compartida en las redes sociales por iniciativa del profesor de literatura Pablo Maurette (que ya lo había hecho antes con el Dante) y los estrenos semanales (los domingos a la medianoche) de la serie biográfica de Luis Miguel: todos juntos, al mismo tiempo, alrededor del fuego.

Todos (muchos) esperando lo mismo, todos sufriendo o riendo por lo mismo, en el mismo momento. O eludiendo las redes sociales para evitar el spoiler al día siguiente si no pudimos cumplir con la cita en tiempo y forma. Porque la simultaneidad tiene esa gloria: rompe con la ley del spoiler. Si está pautado el día y la hora del encuentro, vale spoilear. El que no lo vio, el que no lo leyó cuando debía, que se abstenga.

Las maratones de series, el consumo bulímico de ficción de la era Netflix, adelgazó la conversación social, nos dejó solos, en un banquete privado. Impuso insoportables restricciones protocolares sobre lo que se puede o no se puede decir en voz alta, y ya no podemos contar casi nada que hayamos visto sin riesgo de estar arruinándole a alguien su programa para esta noche o su final de temporada.

Es cierto que hace ya bastante que la auspiciosa fiesta de twitter nos resulta a muchos más que una fiesta, una amarga reunión de consorcio. Pero en los últimos meses, gracias a #Cervantes2018 y a #LuisMiguelLaSerie mi TL al menos se llenó de un montón de gente que no conozco conversando con igual entusiasmo tanto de las aventuras de don Quijote y su fiel escudero como de las desventuras del pobre Micky y su temible padre Luis Rey. De la Marcela Basteri, madre sufriente del niño prodigio mexicano, como de la Marcela pastora por la que murió de amor el pobre Grisóstomo en la obra de Cervantes.


Se podrá decir que no hay mucha novedad en ninguna de las dos conversaciones. Quien más quien menos, todos sabemos que el ingenioso hidalgo perdió la cordura por leer novelas de caballerías y que la madre de Luis Miguel nunca aparece. ¿Por qué leer o releer un clásico en twitter? Porque es leer o volver a leer con otros. Porque es solo un capítulo por día. Porque es democrático, porque no exige mucho y da más de lo que pide.

¿Qué le pueden agregar las redes sociales a un melodrama clásico como la serie de Luis Miguel, tan clásico como las viejas telenovelas de Verónica Castro? Las miles de interacciones de los fans que completamos el texto, reponemos información, aportamos datos biográficos, material periodístico, fotos, videos, notas, memes, teorías especulativas…

Conversación, conversación, más conversación. Intercambio, pegamento social. La ilusión de lo gregario: todos juntos escuchando el mismo cuento (una que sepamos todos) alrededor del fuego.





ENGLISH

What do Don Quixote and Luis Miguel have in common?
The collective reading on Twitter of Cervantes' work and the successful Netflix series about the Mexican singer recovered a mode of consumption that is falling into disuse: the simultaneity

It is not the language. That although it is the same, and although they say that audiences prefer fictions in their language, Luis Miguel's series could only see it with subtitles, and although I started Don Quixote obedient to the indication of @ maurette79 to read it in its original version, I immediately gave it to the impeccable adaptation to the current Castilian of Trapiello, more friendly and inclusive.
What they have in common # Cervantes2018 and #LuisMiguelLaSerie is what cultural studies discovered in the 80s and attributed to the mass media, especially television content: the ability to summon a lot of people around something at the same time . Something that organized the collective experience, generated conversation, identifications, social cement.
Of course that was 80's television, before cable, before Netflix. When the premieres (one, two, three as much per week) were announced and were expected with anxiety, and discussed the next day in the office or at school, like football games, like (maybe, still?) Tinelli galas.
That happened a long, long time ago, when we all saw more or less the same programs and we talked more or less of the same things, segmented in any case by the big conglomerates of age, gender, social class. The students of mass culture used the metaphor of the hearth: the shared history around the burning fire. But they concentrated on the story, they forgot the fire: all together, at the same moment, the same day, at the same time, doing the same.
Today, stories, fictions, are left over. There are so many and so good (and so bad) that it is impossible to follow them all, and even more impossible is to coincide. The simultaneity almost does not exist anymore. Unless one proposes and deliberately invites people to his house, it is unlikely to follow a series at the same pace not of friends or colleagues at work or study, but of the couple or children, who share the same house ( no longer the TV, because everyone can see theirs whenever they want on their laptop or on their tablet).
That is the magic, the spark that lit up for me in recent months the collective reading of Don Quixote, shared on social networks by the initiative of the literature professor Pablo Maurette (who had done it before with Dante) and the weekly premieres (Sundays at midnight) of the biographical series of Luis Miguel: all together, at the same time, around the fire.
All (many) expecting the same, all suffering or laughing for the same, at the same time. Or avoiding social networks to avoid the spoiler the next day if we could not meet the appointment in a timely manner. Because simultaneity has that glory: it breaks with the law of the spoiler. If the day and time of the meeting is scheduled, it is worth spoilear. The one that did not see it, the one that did not read it when it should, that abstains.
The marathons of series, the bulimic consumption of fiction of the Netflix era, thinned the social conversation, left us alone, in a private banquet. It imposed unbearable protocol restrictions on what can or can not be said out loud, and we can not count almost anything that we have seen without risk of ruining someone's program for this night or its end of season.
It is true that the auspicious twitter party has been a lot longer than a party, a bitter consortium meeting. But in recent months, thanks to # Cervantes2018 and #LuisMiguelLaSerie my TL at least was filled with a lot of people I do not know conversing with equal enthusiasm both the adventures of Don Quixote and his faithful squire and the misadventures of poor Micky and his fearsome father Luis Rey. Of the Marcela Basteri, suffering mother of the Mexican prodigy child, as of the pastoral Marcela for whom the poor Grisóstomo died of love in the work of Cervantes.
It can be said that there is not much novelty in either of the two conversations. Who else who less, we all know that the ingenious hidalgo lost the sanity to read novels of chivalry and that the mother of Luis Miguel never appears. Why read or reread a classic on twitter? Because it is reading or re-reading with others. Because it is only one chapter per day. Because it is democratic, because it does not demand much and gives more than what it asks for.
What can social networks add to a classic melodrama such as Luis Miguel's series, as classic as Verónica Castro's old telenovelas? The thousands of interactions of the fans that complete the text, we replenish information, we provide biographical information, journalistic material, photos, videos, notes, memes, speculative theories ...
Conversation, conversation, more conversation. Exchange, social glue. The illusion of the gregarious: all together listening to the same story (one that we all know) around the fire.



FRANÇAIS

Qu'ont en commun Don Quichotte et Luis Miguel?
La lecture collective sur Twitter du travail de Cervantes et de la série à succès de Netflix sur la chanteuse mexicaine a retrouvé un mode de consommation qui tombe en désuétude: la simultanéité

Ce n'est pas la langue. Bien qu'il soit le même, et bien qu'ils disent que le public préfèrent la fiction dans votre langue, le nombre de Luis Miguel ne pouvait le voir avec sous-titres, et même tiré obéissant Don à l'indication @ maurette79 de le lire dans sa version originale Quijote, rapidement effondrés à l'adaptation impeccable à l'actuel castillan de Trapiello, plus amical et inclusif.
Ce qu'ils ont en commun # Cervantes2018 et #LuisMiguelLaSerie est pourquoi les études culturelles ont découvert 80 et attribués aux médias, en particulier le contenu télévisuel: la capacité d'invoquer beaucoup de gens autour de quelque chose en même temps . Quelque chose qui a organisé l'expérience collective, généré la conversation, les identifications, le ciment social.
Bien sûr, c'était la télévision des années 80, avant le câble, avant Netflix. Lorsque les premières (un, deux, trois au maximum par semaine) ont été annoncés et attendaient avec impatience, et ils ont discuté le lendemain au bureau ou à l'école, comme les jeux de football, comme (peut-être, même?) Galas Tinelli.
Ce fut il y a longtemps, très longtemps, quand nous avons vu plus ou moins les mêmes programmes et parlons des mêmes choses, de toute façon segmentée par grand âge des conglomérats, le sexe, la classe sociale. Les étudiants de la culture de masse ont utilisé la métaphore du foyer: l'histoire partagée autour du feu brûlant. Mais ils se sont concentrés sur l'histoire, ils ont oublié le feu: tous ensemble, au même moment, le même jour, en même temps, faisant de même.
Aujourd'hui, les histoires, les fictions, sont restées. Il y en a tellement et tellement bien (et si mal) qu'il est impossible de les suivre tous, et encore plus impossible de faire coïncider. La simultanéité n'existe presque plus. À moins que l'on propose et inviter les gens à délibérément votre maison, il est peu probable de suivre un ensemble au même rythme pas d'amis ou collègues de travail ou d'études, mais le couple ou les enfants, qui partagent la même maison ( plus la télévision, car tout le monde peut voir les leurs quand ils le veulent sur leur ordinateur portable ou sur leur tablette).
C'est la magie, l'étincelle qui m'a mis à feu au cours des derniers mois la lecture collective de Don Quichotte, partagée dans les réseaux sociaux initiative littérature professeur Paul Maurette (qui avait déjà fait auparavant avec Dante) et hebdomadaires de presse (Dimanche à minuit) de la série biographique de Luis Miguel: tous ensemble, en même temps, autour du feu.
Tous (beaucoup) attendent la même chose, tous souffrent ou rient du même coup. Ou éviter les réseaux sociaux pour éviter le spoiler le lendemain si nous ne pouvions pas respecter le rendez-vous en temps opportun. Parce que la simultanéité a cette gloire: elle rompt avec la loi du spoiler. Si le jour et l'heure de la réunion sont programmés, cela vaut la peine. Celui qui ne l'a pas vu, celui qui ne l'a pas lu quand il le fallait, qui s'abstient.
Les marathons de séries, la consommation boulimique de la fiction de l'ère Netflix, amincissent la conversation sociale, nous laissent seuls dans un banquet privé. Restrictions de protocole Imposé insupportables sur ce qui peut ou ne peut pas dire à haute voix, et nous ne pouvons pas compter sur tout ce que nous avons presque aucun risque d'être vu quelqu'un ruiner votre programme pour ce soir ou leur finale de la saison.
Il est vrai que la soirée Twitter a été bien plus longue qu’une fête, une réunion de consortium amère. Mais ces derniers mois, grâce à # Cervantes2018 et #LuisMiguelLaSerie mon TL au moins rempli avec beaucoup de gens ne savent pas conversant avec autant d'enthousiasme à la fois des aventures de Don Quichotte et son fidèle écuyer que les malheurs des pauvres Micky et son redoutable père Luis Rey. De Marcela Basteri, la mère de la souffrance de l'enfant prodige mexicain, et la bergère Marcela est mort d'amour que le pauvre Grisostomo dans l'œuvre de Cervantes.
On peut dire qu'il n'y a pas beaucoup de nouveauté dans l'une ou l'autre des deux conversations. Qui d'autre moins, nous savons tous que l'ingénieux hidalgo a perdu la raison de lire des romans de chevalerie et que la mère de Luis Miguel n'apparaît jamais. Pourquoi lire ou relire un classique sur twitter? Parce que c'est lire ou relire avec les autres. Parce que ce n'est qu'un chapitre par jour. Parce que c'est démocratique, parce qu'il ne demande pas grand chose et donne plus que ce qu'il demande.
Que peuvent ajouter les réseaux sociaux à un mélodrame classique tel que la série de Luis Miguel, aussi classique que les anciens telenovelas de Verónica Castro? Interactions des milliers de fans qui ont rempli le texte, nous remplaçons l'information, nous fournissons des informations biographiques, matériel de presse, photos, vidéos, notes, mèmes, théories spéculatives ...
Conversation, conversation, plus de conversation. Echange, colle sociale. L'illusion du grégaire: tous ensemble écoutant la même histoire (celle que nous connaissons tous) autour du feu.



ITALIANO:

Che cosa hanno in comune don Chisciotte e Luis Miguel?
Twitter lettura collettiva del lavoro di Cervantes e Netflix serie di successo sul cantante messicana recuperato una forma di consumo sta cadendo in disuso: simultaneità

Non è la lingua Anche se è lo stesso, e anche se dicono che il pubblico preferisce finzione nella tua lingua, il numero di Luis Miguel non poteva che vedere con i sottotitoli, e persino tirato Don obbedienti alle indicazioni @ maurette79 per leggerlo nella sua versione originale Quijote, rapidamente ceduto per l'adattamento impeccabile all'attuale castigliano di Trapiello, più amichevole e inclusivo.
Che cosa hanno in comune # Cervantes2018 e #LuisMiguelLaSerie è il motivo per cui gli studi culturali hanno scoperto 80 e attribuiti ai mass media, in particolare contenuti televisivi: la capacità di evocare un sacco di gente intorno a qualcosa, allo stesso tempo . Qualcosa che ha organizzato l'esperienza collettiva, generato conversazione, identificazioni, cemento sociale.
Ovviamente quella era la televisione degli anni '80, prima di via cavo, prima di Netflix. Quando le anteprime (uno, due, tre al massimo a settimana) sono stati annunciati e aspettavano con ansia, e hanno discusso il giorno dopo in ufficio oa scuola, come ad esempio partite di calcio, come (forse, anche?) Tinelli galas.
E 'stato un lungo, lungo tempo fa, quando abbiamo visto tutti più o meno gli stessi programmi e parliamo delle stesse cose, in ogni caso segmentati da grandi conglomerati di età, sesso, classe sociale. Gli studenti della cultura di massa usavano la metafora del focolare: la storia condivisa attorno al fuoco ardente. Ma si sono concentrati sulla storia, hanno dimenticato il fuoco: tutti insieme, nello stesso momento, nello stesso giorno, allo stesso tempo, facendo lo stesso.
Oggi, storie, finzioni, sono lasciate. Ce ne sono così tante e così buone (e così brutte) che è impossibile seguirle tutte, e ancor più impossibile è coincidere. La simultaneità quasi non esiste più. A meno che non si potrebbe proporre ed invitare deliberatamente la gente a casa tua, è improbabile che possa seguire un insieme alla stessa velocità senza amici o colleghi di lavoro o di studio, ma la coppia o bambini, che condividono la stessa casa ( non è più la TV, perché tutti possono vederli quando vogliono sul loro laptop o sul loro tablet).
Questa è la magia, la scintilla che accese per me in questi mesi la lettura collettiva di Don Chisciotte, condiviso nei social network iniziativa letteratura professore Paul Maurette (che già aveva fatto prima con Dante) e uscite settimanali (La domenica a mezzanotte) della serie biografica di Luis Miguel: tutti insieme, contemporaneamente, attorno al fuoco.
Tutti (molti) aspettano lo stesso, tutti soffrono o ridono per lo stesso, allo stesso tempo. O evitando i social network per evitare lo spoiler il giorno successivo se non potessimo incontrare l'appuntamento in modo tempestivo. Perché la simultaneità ha quella gloria: rompe con la legge dello spoiler. Se è pianificato il giorno e l'ora della riunione, vale la pena. Quello che non l'ha visto, quello che non l'ha letto quando dovrebbe, che si astiene.
Serie Maratone, il consumo bulimico di finzione Netflix è stata snellita conversazione sociale, figuriamoci in un banchetto privato. Imposto restrizioni di protocollo insopportabili su ciò che può o non può dire ad alta voce, e non possiamo contare su qualcosa che abbiamo quasi nessun rischio di essere visto qualcuno rovinare il vostro programma per stasera o il loro finale di stagione.
È vero che la festa di buon auspicio su Twitter è stata molto più lunga di una festa, un aspro incontro del consorzio. Ma negli ultimi mesi, grazie a # Cervantes2018 e #LuisMiguelLaSerie mia TL almeno riempito con un sacco di gente non sa conversare con uguale entusiasmo entrambe le avventure di Don Chisciotte e il suo fido scudiero come le disgrazie dei poveri e Micky il suo temibile padre Luis Rey. Da Marcela Basteri, sofferenza madre di prodigio messicano, e la pastorella Marcella morì di amore che il povero Grisostomo nell'opera di Cervantes.
Si può dire che non c'è molta novità in nessuna delle due conversazioni. Chi altro, meno, sappiamo tutti che l'ingegnoso Hidalgo ha perso la sanità mentale per leggere romanzi di cavalleria e che la madre di Luis Miguel non appare mai. Perché leggere o rileggere un classico su twitter? Perché sta leggendo o rileggendo con gli altri. Perché è solo un capitolo al giorno. Perché è democratico, perché non richiede molto e dà più di quello che chiede.
Cosa possono aggiungere i social network a un classico melodramma come la serie di Luis Miguel, classico come le vecchie telenovelas di Verónica Castro? Interazioni migliaia di fan che hanno completato il testo, che sostituisce le informazioni, fornendo informazioni biografiche, materiale stampa, foto, video, note, memi, teorie speculative ...
Conversazione, conversazione, più conversazione. Scambio, colla sociale. L'illusione del gregario: tutti insieme ad ascoltare la stessa storia (quella che tutti conosciamo) attorno al fuoco.



PORTUGUÊS

¿Qué tienen en común Don Quijote y Luis Miguel?
La lectura colectiva en Twitter de la obra de Cervantes y la exitosa serie de Netflix sobre el cantante mexicano recuperaron una modalidad de consumo que está cayendo en desuso: la simultaneidad

No es la lengua. Que aunque es la misma, y aunque digan que las audiencias prefieren ficciones en su idioma, la serie de Luis Miguel solo pude verla con subtítulos, y aunque arranqué Don Quijote obediente a la indicación de @maurette79 de leerlo en su versión original, enseguida cedí a la impecable adaptación al castellano actual de Trapiello, más amigable e inclusiva.
Lo que tienen en común #Cervantes2018 y #LuisMiguelLaSerie es eso que los estudios culturales descubrieron en los 80 y atribuyeron a los medios masivos, sobre todo a los contenidos de televisión: la capacidad de convocar a un montón de gente alrededor de algo al mismo tiempo. Algo que organizaba la experiencia colectiva, generaba conversación, identificaciones, cemento social.
Claro que eso era la televisión de los 80, antes del cable, antes de Netflix. Cuando los estrenos (uno, dos, tres como mucho por semana) se anunciaban y se esperaban con ansiedad, y se comentaban al día siguiente en la oficina o en el colegio, como los partidos de fútbol, como (¿quizás, aún?) las galas de Tinelli.
Eso pasó hace mucho, mucho tiempo, cuando todos veíamos más o menos los mismos programas y hablábamos más o menos de las mismas cosas, segmentados en todo caso por los grandes conglomerados de edad, género, clase social. Los estudiosos de la cultura de masas usaron la metáfora del fogón: la historia compartida alrededor del fuego ardiendo. Pero se concentraron en la historia, se olvidaron del fuego: todos juntos, en el mismo momento, el mismo día, a la misma hora, haciendo lo mismo.
Hoy historias, ficciones, sobran. Hay tantas y tan buenas (y tan malas) que es imposible seguirlas a todas, y más imposible aún es coincidir. La simultaneidad ya casi no existe. A menos que uno se lo proponga y deliberadamente invite gente a su casa, es improbable seguir una serie al mismo ritmo no ya de los amigos o compañeros de trabajo o estudio, sino de la pareja o los hijos, los que comparten la misma casa (no ya la tele, porque cada uno puede ver lo suyo cuando quiera en su laptop o en su tablet).
Esa es la magia, la chispa que encendieron para mí en los últimos meses la lectura colectiva de Don Quijote, compartida en las redes sociales por iniciativa del profesor de literatura Pablo Maurette (que ya lo había hecho antes con el Dante) y los estrenos semanales (los domingos a la medianoche) de la serie biográfica de Luis Miguel: todos juntos, al mismo tiempo, alrededor del fuego.
Todos (muchos) esperando lo mismo, todos sufriendo o riendo por lo mismo, en el mismo momento. O eludiendo las redes sociales para evitar el spoiler al día siguiente si no pudimos cumplir con la cita en tiempo y forma. Porque la simultaneidad tiene esa gloria: rompe con la ley del spoiler. Si está pautado el día y la hora del encuentro, vale spoilear. El que no lo vio, el que no lo leyó cuando debía, que se abstenga.
Las maratones de series, el consumo bulímico de ficción de la era Netflix, adelgazó la conversación social, nos dejó solos, en un banquete privado. Impuso insoportables restricciones protocolares sobre lo que se puede o no se puede decir en voz alta, y ya no podemos contar casi nada que hayamos visto sin riesgo de estar arruinándole a alguien su programa para esta noche o su final de temporada.
Es cierto que hace ya bastante que la auspiciosa fiesta de twitter nos resulta a muchos más que una fiesta, una amarga reunión de consorcio. Pero en los últimos meses, gracias a #Cervantes2018 y a #LuisMiguelLaSerie mi TL al menos se llenó de un montón de gente que no conozco conversando con igual entusiasmo tanto de las aventuras de don Quijote y su fiel escudero como de las desventuras del pobre Micky y su temible padre Luis Rey. De la Marcela Basteri, madre sufriente del niño prodigio mexicano, como de la Marcela pastora por la que murió de amor el pobre Grisóstomo en la obra de Cervantes.
Se podrá decir que no hay mucha novedad en ninguna de las dos conversaciones. Quien más quien menos, todos sabemos que el ingenioso hidalgo perdió la cordura por leer novelas de caballerías y que la madre de Luis Miguel nunca aparece. ¿Por qué leer o releer un clásico en twitter? Porque es leer o volver a leer con otros. Porque es solo un capítulo por día. Porque es democrático, porque no exige mucho y da más de lo que pide.
¿Qué le pueden agregar las redes sociales a un melodrama clásico como la serie de Luis Miguel, tan clásico como las viejas telenovelas de Verónica Castro? Las miles de interacciones de los fans que completamos el texto, reponemos información, aportamos datos biográficos, material periodístico, fotos, videos, notas, memes, teorías especulativas…
Conversa, conversa, mais conversa. Troca, cola social. A ilusão do gregário: todos juntos ouvindo a mesma história (que todos nós conhecemos) em volta do fogo.


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